T-SPIRIT MAGAZINE N°2

TELEMETER 1938

ARTESANÍA

EL INICIO DE UNA AVENTURA DE CRONOMETRAJE

¿Alguna vez ha sentido la euforia de los segundos que pasan, como el frenesí de una trepidante carrera?

Prepárese para sentir ese subidón con el Tissot Telemeter 1938, un instrumento de precisión que mide el tiempo como lo haría un atleta: con constancia, precisión y la victoria en el punto de mira.

La esfera, un delicioso guiño al pasado, luce números arábigos y dos subesferas; una de ellas refleja el ritmo constante de los segundos, y la otra cuenta cada media hora con precisión. Escalas de diferentes tonalidades engalanan el perímetro, cada una con su propósito propio, desde el taquímetro rojo del centro hasta la escala telemétrica azul del borde exterior. El modelo combina un movimiento cronógrafo Valjoux A05.231 actualizado, alojado en una caja de acero inoxidable cepillado y pulido de 42 mm, con una correa de piel italiana marrón preparada para envejecer con elegancia, como un buen vino.

El reloj invita a dominar la carrera contra el tiempo, aportando un toque de exquisito legado a la muñeca.

Donde los segundos son momentos y los momentos son historia

De los Alpes suizos a las canchas de la NBA

Imaginemos a nuestro héroe, Vital Thiébaud, en el año 1938. Su corazón late con fuerza al poner en marcha su cronógrafo Tissot al comienzo de una carrera de esquí en la idílica estación suiza de Villars-sur-Ollon. Ese sencillo acto marcó el punto de partida de un extraordinario viaje que Tissot ha emprendido en el mundo del cronometraje deportivo.

Hemos viajado hacia atrás en el tiempo para traerle un trocito de esa historia. El Telemeter 1938 es un recuerdo de aquella época, cuando la primera pulsación del botón del cronógrafo supuso el debut de la marca en su importante papel de cronometrador oficial.

La historia de Tissot está salpicada de momentos que han marcado la historia del deporte, desde los Alpes nevados hasta las canchas de la NBA, las carreteras del Tour de Francia y los circuitos rebosantes de adrenalina de MotoGP. Con el Telemeter 1938 en su muñeca, lleva consigo un fragmento de nuestro legado. Más que un reloj, es una máquina del tiempo.